Quizá esto suene un poco loco o de persona a la que se le ha ido la olla, pero me he dado cuenta de que el confinamiento me ha traído una de las cosas que más necesitaba y que nunca tenía. ¡Tiempo!
Ese elemento tan valioso y al que no apreciamos en absoluto, con sus cantidades limitadas aunque a veces nos creamos que va a ser eterno. Y hoy me he dado cuenta de que a día 11 de confinamiento, el problema va a ser volver.
Me he acostumbrado a este ritmo de vida tranquilo donde siento que tengo el control de mi día a día, donde finalmente si me lo propongo me da tiempo a realizar una gran parte de las tareas que tengo como objetivo y donde me siento realizada por aprovechar cada uno de los minutos de manera adecuada.
¿Un punto de inflexión para la vuelta?
Y sin embargo pienso en la “vuelta a la normalidad”, en el mundanal ruido del claxon de los coches, en las pisadas que prácticamente son zancadas de la gente corriendo, en las fechas de entrega, en la contaminación mental y se me echa el mundo encima.
Ahora que he descubierto la vida con tiempo, no quiero volver a ser la oveja que corre detrás del rebaño.
Porque al final mi querido amigo el tiempo me ha enseñado las cosas realmente importantes en días como estos. Ahora le dedico más espacio a mi familia, a mis amigos, a mi love, a mis hobbies, a seguir cursando y no parar de aprender, a convertirme en una auténtica chef, a leer, a organizarme, a meditar…
Deja un comentario