Hay libros que los lees por puro entretenimiento, como libro puente, pero que conforme vas pasando sus hojas se van convirtiendo en libros de esos de los que te tocan y quizá no olvides con tanta facilidad.
Y eso me ha pasado a mí con Los asquerosos.
No puedo dejar de darle vueltas al hecho de que soy una Mochuela, un ser acomodado que hasta para ir al campo no puede deshacerse de la tecnología o de sus aparatos que le hacen la vida más fácil.
Pero, ¿de verdad necesitamos tanto?
He de decir que cuando lo leí, sentí un poco de envidia de Manuel, el protagonista de esta novela, que vive a su manera, como le apetece, con muy pocas cosas pero con todo el tiempo del mundo para ser auténticamente libre.
Y eso me hizo darme cuenta de que estamos atados de pies y manos por nuestras «necesidades creadas por el consumismo de quién está a la última» y realmente no somos libres en muchos aspectos de nuestra vida, viviendo como mochuelos vacíos que necesitan llenarse a base de televisión basura, objetos sin utilidad, etc. Y que seguramente, y sin saberlo nos alejan de la felicidad verdadera de quién tiene lo realmente importante. Tiempo.
¿Es el tiempo la clave de la felicidad?
Si Manuel consigue ser feliz con tan poco pero con tanto tiempo para hacer lo que realmente quiere, quizá ahí se encuentre la clave de la felicidad.
En tener el tiempo y la libertad suficiente para hacer lo que deseemos en cada momento.
Creo que a día de hoy la felicidad para muchos es pensar en el momento que tenemos vacaciones porque es el único tiempo en el que realmente hacemos lo que nos apetece. Y nos pasamos una gran parte de la vida proyectando esos instantes para sentir que en parte somos libres y felices.
Pero, ¿Y si tuviésemos todo tipo de libertad y con ella de tiempo?
Dentro de los tipos de libertad tendríamos que acentuar la económica, puesto que seguiríamos formando parte del sistema. Siendo libres económicamente somos libres en obligaciones y con ello libres en tiempo.
Pero no me quiero quedar ahí, porque la libertad también está en dejar de esperar por lo que supuestamente nos hará libres o felices, y decidirnos de verdad ir a por ello.
Quizá se trate de una frase muy trillada, pero tiene más razón que un santo. La vida es corta y no estamos para perder tiempo. ¡Da el salto! Comienza a vivir realmente como quieres y no como el resto quiere que vivas. Al final de tus días, la única persona a la que tendrás que dar cuentas es a ti mismo, así que deja de ser un mochuelo y comienza a ser libre.
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