A veces solo hace falta una chupito de crema de orujo y una buena conversación con alguien cercano para cambiar el mundo, o quizá solamente esas cuestiones de la mente que llevan meses revoloteando.
Qué bonito es coincidir con alguien que se siente tan perdido como tú, alguien que te entiende y no juzga. Alguien que se confunde de camino contigo y que te ayuda a ver que, en algún momento de la existencia humana, todo el mundo pasa por las mismas circunstancias.
Y el bicho verde que te sentías hace dos días pasa a ser la normalidad, dentro de un mundo lleno de extraterrestres que como tú, están igual de verdes, perdidos y aturdidos en un bucle de estabilidad y comodidad que les impide avanzar o darse cuenta de lo que realmente quieren o necesitan.
Pero nunca es tarde para buscar aquello que nos haga saltar de la cama cada mañana cuando suene el despertador, que nos saque una sonrisa tonta de esas que no se pueden evitar cuando oyes el pitido de un mensaje, que nos llene de ilusión y motivación para vivir cada día como queremos y con quien queremos, sin pensar en el que dirán o sin seguir al rebaño.
Así que solamente me queda tenderte la mano y preguntarte…
¿Capaz?
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