CUANDO LA BOCA CALLA, EL CUERPO GRITA

Reflexiones

noviembre 16, 2019

Cuando hago retrospección de estos últimos años y de los cambios que me ha traído la vida, algunos sin desearlos otros por decisión propia, me doy cuenta que lo importante de ello no es el cambio en sí, sino como uno sea capaz de afrontarlo y adaptarse. 

Siendo sincera conmigo misma he de reconocer que he estado mucho tiempo y quizá sigo estando cerrada a esos cambios sin querer afrontarlos o adaptarme a ellos. ¡Yo que me tatué un zorro para recordarme todos los días lo importante de adaptarse al cambio! 

Pero en vez de eso simplemente me senté en una silla y esperé a que todo se arreglara a mi alrededor, y quizá con suerte o quizá con la ayuda de alguien que me cuida, muchas cosas vinieron solas, dándome una mala lección, ¡las cosas se arreglaran por sí solas o por causa de la naturaleza!    

Y en parte así fue durante una parte de mi vida, pero luego esos cambios que vinieron solos y que parecían para mejor, trajeron consigo situaciones de ansiedad, tristeza, mucha frustración y convertirme en la peor versión de mí misma. Tanto que las personas que tengo más cercanas me han comenzado a llamar Elena Grinch. 

Y no les falta razón, porque me pasé semanas enteras estando muy borde con todo el mundo, muy rabiosa tanto que a veces sentía como fuego en mi interior por cualquier cosa que me decían y saltaba a la mínima de cambio. 

Aunque esté hablando en pasado quiero dejar constancia que esta situación, la versión verde y más Grinch que podía tener no se fue hasta hace unos cinco días, cuando logré desconectar de todo y centrarme en la persona que tenía y tengo delante y que me hace sacar la mejor versión de mi misma. 

También ayudó el dejar de hablar del trabajo fuera del horario laboral e intentar centrarme en el resto de cosas que tenía delante y que aunque sabía que son mi prioridad número uno, las tenía un poco abandonadas porque únicamente era capaz de centrarme en la nube gris que yo sola me había puesto encima de mi

La importancia de comenzar a invertir en uno mismo

Al volver de viaje más relajada, con la mente algo despejada y más consciente de lo gris y agria que se había vuelto mi vida, me di cuenta que no quería volver a ese punto. Que no quería volver a ver a la Elena Grinch y amargada que no es capaz de mirar más allá de su ombligo e intentar ponerle una solución a lo que le hace estar así. 

Por eso hoy he comenzado buscando algo que hacer para avanzar un poco a la solución de este problema, levantarme de la silla y dar un pequeño pasito que aunque aún no sé hacia dónde quiero que sea, no me quiero quedar sentada a esperar a que llegue.

Y así he descubierto a Felipe y su blog Inspirar tu vida, con el que he descubierto la importancia de comenzar a invertir en uno mismo. 

Cosa que parece simple pero que no lo es, sobretodo si pensamos que vivimos en una sociedad donde lo que premia es la gratificación instantánea y millones de distracciones que si uno no es capaz de frenar, nos entierran en un mar de insatisfacción y tiempo perdido. 

Primer pasito diminuto: empezar por conocerme de verdad

Llevo tanto tiempo dejándome llevar por los beneficios instantáneos como comprar ropa, ver series para llenar mi tiempo, quedando con amigos sin guardame un hueco para mí, que a día de hoy ya no sé quien soy ni qué cojones deseo en la vida

Así que hoy como primer pasito diminuto (porque me conozco y siempre quiero abarcar más de lo que puedo y al final mi propio agobio me hace no hacer nada) voy a reflexionar un poquito sobre las preguntas que bien dice Felipe en su blog, las contestaré con lo que hoy pienso y en dos meses, después de dedicarle tiempo de verdad a pensar, meditar y ser capaz de limpiar de basura mi mente, volveré a responder estas preguntas y espero por mi bien que sean totalmente diferentes y más claras que las ambiguas perlas que tengo claro saldrán hoy. 

Sé que va a ser un proceso duro en el que sobretodo voy a tener que trabajar mi fuerza de voluntad (que a día de hoy es pésima) y no desistir ni castigarme por dar un paso atrás, sino volver a la carga dando otro pequeño paso hasta que llegue un día que consiga eso que aún no sé qué es pero que tengo claro que no es lo que tengo hoy.

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