Seguramente habrá mucha gente que me lea que no esté nada de acuerdo conmigo. Pero hacía tiempo que tenía ganas de hacer este post.
Es cierto que uno de los pilares bases del minimalismo se trata de eliminar todas aquellas cosas que no aportan valor a nuestras vidas. Y como la propia palabra indica reducir al mínimo ideal para nosotros las cosas que necesitamos y nos hacen felices.
La escasez después de la abundancia
El problema viene cuando nos metemos en el bucle de eliminar y quitamos de más, con la necesidad de en tres días volver a comprar.
Reconozco que a mí esto me ha pasado muchas veces con la ropa. Me he deshecho de un montón de prendas por el simple hecho de tirar y porque en ese momento no me veía con ellas y después me ha tocado comprarlas de nuevo.
Y es que si nos ponemos a realizar este ejercicio sin haber analizado antes las cosas que tenemos, seremos presa fácil del consumismo de nuevo.
Guardar antes de consumir
Por esa razón y desde mi punto de vista. Me he dado cuenta que todas esas cosas que hacía mi madre de guardar ropa, accesorios y cosas que merecieran la pena eran la clave de una vida bastante minimal. Ya que se basaba en reutilizar y no comprar.
A día de hoy, mi bolso favorito tiene como unos 40 años. Un bolso que mi madre se compró cuando era joven en un viaje de estudios. Una joya que quiero que perdure a las siguientes generaciones de la familia.
Pero si nos dedicamos a eliminar todo lo que tenemos, nunca guardaremos una joya nuestra que pasarle a nuestros hijos. Me refiero al hecho de que hay cosas concretas que puede ser que hoy no te gusten o no valgan, pero quizá el día de mañana te vuelven a encantar.
La moda es cíclica por lo que todo vuelve.
Arreglar antes de tirar
Es cierto que los objetos son solo objetos. Y que la concepción que hoy tenemos de ellos no es la misma que la que tenían antes nuestros antepasados.
Quizá sea por lo fácil que nos resulta hoy adquirir cualquier cosa y por lo simple que nos resulta también cambiar algo que ya se ha quedado obsoleto o un poco cascado.
Las cosas ya no cuestan sumo esfuerzo conseguirlas. Vivimos en la sociedad del «fast use». Compramos por impulso y nos cansamos igual de rápido.
Pero, ¿Y si volvemos a lo de antes? ¿Y si nos ponemos a arreglar las cosas antes de pensar en deshacernos de ellas?
Porque de verdad creo que el minimalismo no es sólo tirar, sino una corriente inteligente que te enseña a no malgastar.
Me gusto mucho el artículo, y que suerte que tengas algo que duro tantos años… ahora con el fast fashion me parece muy complicado encontrar algo que le dejaría a mis hij@s … que sea de precio accesible y buena calidad.
Muchísimas gracias Gabi! Me alegro mucho de que te gustase 🙂 Sí, por desgracia hoy en día con la moda fast fashion como bien comentas es difícil guardar algo bueno y de calidad que poder dejar a las nuevas generaciones. Pero bueno, seguro que algo encontrarás aunque no sea ropa que les puedas dejar. Para mí uno de los mayores legados de mis padres son sus libros y ver las frases subrayadas que les podían gustar del mismo. 🙂
Hola,
Yo tengo 52 años y un espejo que recuerdo desde pequeña en casa de mis padres. Antes era con marco dorado, un día lo pinté en blanco y me encanta. No tengo hijos, así que se quedará conmigo hasta el final.
Excelente artículo, me parece muy acertado y comparto totalmente la idea de re-utilizar, darle una nueva vida a algo que significó algo en un momento y en otra época pueda volver a ser valorado !!