A raíz de realizar el primer punto del reset que os comenté en el post anterior, me he dado cuenta de la cantidad de cosas que tengo.
Muchas de ellas sin usar, otras repetidas, y todas ocupando un lugar de la casa por lo que me generan un estrés y agobio a partes iguales.
Y desde entonces, mi cabeza va como una centrifugadora sin descanso. Intentando recordar el motivo por el cual compré todas esas cosas y preguntándome por qué me gustaba tirar el dinero.
Y hoy, me he decidido a contarte las 8 cosas en las que malgasté mi dinero.
1.- Ropa en general
La categoría estrella donde he tirado más dinero. Como ya os he contado, en el pasado tuve una época de compradora compulsiva que duró mucho tiempo.
Una época un poco oscura de mi vida, plagada de vacíos y ganas de llenarlos a través de objetos materiales. Pero eso nunca es la solución.
Y terminé, con el armario lleno, la cartera vacía, y mucha insatisfacción personal.
A pesar de que ya os he enseñado más de una vez bolsas y bolsas de ropa que he ido desechando de mi armario y donando o vendiendo para darle una segunda vida. Aún no he conseguido quedarme con un número de prendas razonable, y os puedo decir con total seguridad que es un punto que sigo teniendo pendiente y que me llevará un tiempo arreglar.
2.- Alquiler
Quiero recalcar que este punto no es propiamente dicho malgastar mi dinero. Ya que el alquiler me cubre una función muy importante, que es la de tener un techo fuera de mi casa.
Pero hay días en los que me pongo a pensar en todos los años que llevo fuera de casa, y lo caros que están los alquileres en Madrid y me doy cuenta que perfectamente podría haberme pagado con esas totalidad la entrada de un piso, o un buen cochecito.
3.- Masters que no me han servido para nada
La verdad es que este punto es un poco delicado.
Soy de la generación que llaman “millennial”, con dos crisis vividas desde el comienzo de la universidad y con un panorama laboral muy complicado.
Por eso, como muchos jóvenes de este país, nos vimos obligados a realizar una cantidad ingente de masters y no porque nos gustase la titulitis, sino porque era la única oportunidad que teníamos de acceder a una empresa.
He de reconocer que al menos esos masters cumplieron su objetivo y me permitieron acceder a una empresa, donde realmente aprendí las lecciones laborales y técnicas más importantes para mi desarrollo laboral.
Lo malo de todo ello, es que pasaron años hasta que conseguí un puesto fijo, tenía un salario muy bajo y todo para no poner en práctica nada de lo aprendido.
4.- Papelería
Me reconozco una loca de la papelería. Siempre me ha gustado el comienzo escolar por todas las libretas, bolis, subrayadores y libros con olor a nuevo que tenía que estrenar.
Y esta locura me ha perseguido hasta entonces. Y la verdad, es que como una libretita o cualquier cosa de papelería no tiene un precio elevado, muchas veces como recompensa de un mal día terminaba comprándome cualquier chorradita que acababa cogiendo polvo en el cajón de mi escritorio.
Porque siendo totalmente realistas, ya no utilizo tanto papel como antes. Mi trabajo es digital, mi mundo se ha visto transformado con la llegada de muchas apps, y reconozco que ahora me hacen falta menos de la mitad de las cosas de papelería que quizá utilizaba en mis épocas de estudio.
Lo bueno es que tengo la lección aprendida, y he terminado deshaciéndome de muchas de ellas para dárselas a gente que les iba a sacar mucho más partido.

5.- Cosas de cocina
Es mi debilidad dentro de la casa. Me encanta todo el menaje y las tazas ya son pura obsesión. Por lo que en mi época de mayor consumo, aparte de ropa también cayeron muchas cosas de esta sección, de las cuales ahora me arrepiento enormemente.
Aun no tengo mi espacio propio, a día de hoy sigo compartiendo piso con varias personas, y ahora que lo pienso fríamente, no tengo claro si el día que me vaya a mi propio espacio con mi chico, me querré llevar todas las cosas que compré que en su día me gustaron.
Porque yo misma me he dado cuenta que he cambiado y con ellos mis gustos, y a día de hoy tengo cosas de las que ya me he cansado de verlas. Como una vajilla china que me compré que en su día me encantó y ahora me satura tanto estampado.
6.- Decoración
Cuando me vine a Madrid, a vivir con gente que no conocía y sin la familia cerca, me obsesioné bastante en intentar darle un toque más cálido a la casa, comprando mucho detalle decorativo.
Hasta que con el paso del tiempo, me di cuenta que un hogar no se hacía por los objetos que colocamos en las estanterías, sino por la gente que habita en él. Y que por desgracia esa cuestión no la iba a poder cambiar.
Así que dejé de comprar cosas, y empecé a construir un refugio en vez de un hogar. Un sitio donde poder sentirme bien con todas las cosas que ya tenía, y con el bienestar de saber que mi hogar seguía conmigo mientras siguiese en contacto con mi círculo querido.
7.- Cajas de almacenaje
Como millones de personas, el método Konmari me poseyó, y acabé comprando cajas compulsivamente sin tener claro para qué las iba a utilizar y si realmente necesitaba tanta caja de almacenaje o en su lugar lo que necesitaba era hacer decluttering.
Yo en ese momento de mi vida, todo lo achacaba a la organización y me releí el libro del orden varias veces para lograr esa armonía que tanto comentaba todo el mundo.
Pero claro, no puedes meter a un elefante dentro de una cacharrería. Y lo mismo me pasaba a mí con el tema de las cajas. Era tanto lo que tenía acumulado, que ni el orden, ni la disposición de los objetos, iba a lograr que consiguiera lo que realmente quería y necesitaba, el minimalismo.
8.- Cosas de repuesto
Cuando abro mi despensa y veo todo el laterío de comida que tengo montado, me paro a pensar por qué tengo esa manía de acumular tanto como si hubiese vivido las penurias de la guerra.
Es impresionante la cantidad de objetos que compro de repuesto, por si se me agota pronto el que ya tengo empezado. Desde comida en conservas, como pasta de dientes, champús, geles, cremas hidratantes y un montón de cosas más que podría enumerar interminablemente.
Cuando además, hoy día es super fácil adquirir todos esos artículos en cualquier momento. Muchos de ellos a través de un sólo clic.
Y esto es algo que me sigue fascinando de mi misma, esa parte de hamster que guarda en la recámara por si acaso.
Lo bueno de todo esto, es que se trata de productos que puedo consumir en un largo periodo de tiempo y que con suerte no tendré que volver a comprar hasta dentro de mucho, sin llegar a malgastar tanto.
Aunque también he de reconocer que he desperdiciado mucha comida. Sí, es un punto que me parece desgarrador, y una parte de mí que no me gustaba nada. Pero me compraba muchísimas cosas como si de una familia entera se tratase, y luego por la falta de organización y planificación, terminaba tirando mucho producto fresco que ya se había puesto malo.
De todas formas, a modo de cierre he de reconocer que de los errores se aprende y que tengo claro que ya no volveré a caer en estos agujeros negros de despilfarro. Y que en el fondo, me siento eternamente agradecida de haberme dado cuenta a tiempo y haber modificado mi conducta.
Muchas gracias por leer hasta el final.
Cuéntame con qué cosas malgastaste dinero, y si coincides en algún punto conmigo. 🙂
suele pasar tenemos mas de lo que necesitamos,por esos objetos no nos dejan ver claro las cosas
Totalmente Lorenzo!
Solemos tener mucho más de lo que necesitamos, y al final todo eso no hace más que ocuparnos un gran espacio tanto físico como mental. Pero todo es darse cuenta e ir poco a poco revirtiendo la situación. 🙂